“El consumismo es consumir consumo. Es una conducta impulsiva donde ya no importa lo que se compra, importa comprar”. Así es definido en un reciente artículo periodístico. Pero como todo comportamiento compulsivo, el del consumo, también puede sufrir desgaste. Así lo demuestran las nuevas tendencias detox que han surgido dentro de la propia sociedad de consumo y que promueven la desintoxicación del impulso constante de comprar.
La situación que vivimos en nuestra sociedad nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de esas tendencias compulsivas (sus causas y consecuencias). S.S. el 17º Karmapa, Ogyen Trinley Dorje, lo expresa del siguiente modo:
“A veces, somos como niños. Es muy frecuente que no mostremos ningún trazo de madurez, cuando se trata de manejar nuestras propias necesidades. Pensemos en el siguiente ejemplo: si un niño llora, lo más fácil para hacerle callar es darle un juguete. Se lo mostramos y lo balanceamos delante de él para llamar su atención, hasta que, finalmente, el niño lo coge. Cuando le damos el juguete, se calma. Nuestro objetivo ha sido tan sólo parar su llanto, en vez de intentar manejar las necesidades subyacentes. En realidad, lo que hemos hecho es darle algo nuevo que desear y, con ese truco, conseguimos que se tranquilice.
Aunque seamos adultos, también usamos nuestros aparatos electrónicos y otros “juguetes de consumo” de un modo similar. Con ellos, conseguimos distraernos de todo lo que nos está incomodando. En nuestro caso, como adultos, decimos que se trata solamente de un poco de diversión, un poco de entretenimiento. Nuestro consumo se suele limitar a objetivos de corto plazo, sin preocuparnos por los hábitos que estamos creando a largo plazo o por el impacto más amplio de nuestras acciones. Ni tan siquiera nos preguntamos cuál es el motivo de nuestra insatisfacción o de nuestra necesidad.
Es necesario comprender que hay algo terriblemente equivocado en permitir que nuestros deseos y nuestra codicia controlen nuestro modo de consumir. La codicia nos ciega y depende de nosotros mismos abrir los ojos. Reaccionar depende de nosotros mismos. La codicia, en sí, no tiene límites. Es algo que debemos reconocer, contratacar y limitar activamente”.
Extracto de «El Corazón es Noble», capítulo 5 de S.S. el 17º Karmapa.