En un primer momento, es habitual asociar el arte con la belleza. Nos vinculamos a la expresión artística a través de la sensación y de la emoción estética que las formas nos ofrecen. En la comunicación entre el artista y el espectador, en un principio, el juicio estético parece inevitable, ya que, de un modo o de otro, la obra existe a través de las formas y estas nos pueden gustar o no, según el sentido que tengamos de la cualidad de lo bello.
En su dimensión formal, la expresión artística, se compacta en un resultado (la obra), realizada por la individualidad de un artista y recibida por la individualidad de un espectador. Los museos son un buen ejemplo de estos aspectos más sólidos y compactos (también los más residuales) de la expresión artística.
Pero ¿Qué ocurre cuando pensamos en el proceso de la propia creación? ¿Existen las formas de un modo estable? ¿Existe una individualidad sólida que realiza y otra que observa? ¿De qué modo surge la cualidad de lo bello?
En el siguiente vídeo Dzigar Kongtrul Rinpoché, maestro del linaje Nyingma, reflexiona sobre el proceso de creación artística, principalmente, a través del arte abstracto. Desde la perspectiva budista, nos aproxima a aspectos más sutiles del arte, relacionados con la percepción, las fijaciones y la destrucción, el sentido de lo bello en la pintura y el estado de apertura (en el que todas las posibilidades se pueden manifestar). En el vídeo también podemos disfrutar de algunos instantes de su trabajo y contemplar algunas de sus pinturas.
Vínculo al vídeo: https://youtu.be/tz5ljlAREDI